Es muy difícil afirmar si el triunfo de Chicago de esta tarde ante Armenio fue justo o no, sin embargo, eso tiene ya muy poca importancia debido a que en la B Metropolitana muy pocos equipos tienen la certeza de que ganar es consecuencia de jugar más o menos bien. Pero más allá de la discusión, nada le importa a los hinchas de Chicago cómo Finaroli para a su equipo después de una victoria que revitaliza las chances de alcanzar al invencible Atlanta. Durante el primer tiempo, empezó mejor Armenio, ubicándose con mayor criterio en la cancha y tomando la iniciativa, pero Chicago lo emparejó y terminó con más aire los primeros cuarenta y cinco minutos, incluso dispuso de las dos situaciones más claras de gol, ambos cabezazos, uno de Petrovelli y otro de Carboni. No obstante ello, en el complemento, el dominio de la pelota fue nuevamente de Armenio, pero los dirigidos por Fernando Ruiz no eran profundos. La defensa de Chicago rindió de manera pareja y compacta y desde allí forjó su victoria. En la segunda parte, Chicago llegó una sola vez, de pelota parada, a los 41. Un tiro de esquina terminó con Matías Escudero festejando el gol del triunfo que haría ilusionar a todo Mataderos. El fútbol no entiende de merecimientos y Nueva Chicago hoy lo comprobó. Armenio, que no caía como local desde hacía diecinueve jornadas, vio hoy cómo se le escapaba un punto como el agua entre los dedos. La situación de Armenio es compleja porque está presionado por el descenso y la promoción, sin embargo tiene las herramientas para atravesar una tormenta que muchos de los que están no la generaron. Chicago, todo lo contrario, Chicago resiste y es pura ilusión.
Lucas Frioli
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